El origen del culto a Nuestra Señora de Guadalupe y su papel sociocultural

El origen del culto a Nuestra Señora de Guadalupe y su papel sociocultural

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Desde los inicios, el culto a Nuestra Señora de Guadalupe le ha acompañado un halo de polémica a nivel teológico, académico y social. En este artículo trataremos desde una visión científica todos los aspectos relacionados con el origen del culto a Nuestra Señora de Guadalupe y su papel sociocultural. Desde su posible vinculación con la Virgen de Guadalupe extremeña y su sincretismo con deidades prehispánicas, hasta la importancia de promover su culto en Nueva España.

Sigue leyendo para descubrir todos los secretos detrás del culto a Nuestra Señora de Guadalupe.

Contexto histórico

El triunfo de las huestes aliadas formadas por los peninsulares de Cortés y los indígenas enemigos de los mexicas provocó la caída el 13 de agosto de 1521 de la ciudad México-Tenochtitlán y Tlatelolco. Con el fin del dominio mexica sobre el Valle Central de México, se inició un proceso paulatino de sustitución e imposición cultural, política y religiosa. En cuanto al proceso de evangelización en México, tenemos dos artículos sobre este tema para el siglo XVI y XVII para que podáis entender mejor el contexto histórico.

El papel de la Virgen y sus advocaciones

La Virgen María siempre ha sido muy venerada en el catolicismo y cuenta con una gran cantidad de leyendas y apariciones. Estas apariciones son conocidas como advocaciones marianas y con cada una de ellas se produce un cambio de nombre en la advocación de la Virgen. Aunque normalmente los cambios están asociados a cualidades de dicha entidad, también hay advocaciones que están relacionadas con el nombre del lugar en el que se produce la aparición. La Virgen de Lourdes (ciudad francesa) sería un caso y también la propia Virgen de Guadalupe, como veremos más adelante.

Leyenda de la aparición de la Virgen de Guadalupe (Cáceres, Extremadura)

Para entender el origen del culto a Nuestra Señora de Guadalupe debemos hablar de la advocación extremeña de Guadalupe. Su leyenda se ubica en el siglo XIV bajo el reinado Alfonso XI de Castilla y el protagonista es un humilde vaquero llamado Gil Cordero de la localidad de Cáceres, Extremadura. Gil Cordero tras buscar una vaca que se le había perdido, encontró su cadáver cerca de la ribera del río Guadalupe. Cuando iba a desollarla, la vaca cobró vida de nuevo y se le apareció la Virgen para pedirle que construyera un templo en su honor. Aunque el vaquero les contó este suceso milagroso a las autoridades religiosas, ninguno le creyó. Sin embargo, la Virgen volvió a obrar un milagro al resucitar al hijo fallecido de Gil y este decidió ir a cavar al lugar donde el primer milagro sucedió. Encontró un sepulcro donde se hallaba una figura de la Virgen con el niño Jesús en brazos. Al tener pruebas suficientes para los religiosos, decidieron hacerle un pequeño altar rudimentario y una modesta ermita. Posteriormente, el rey Alfonso XI visitó la humilde ermita y mandó ampliarla. Para finales del siglo XV, la popularidad de la Virgen de Guadalupe se extendió por en la Corona de Castilla (Martínez, 2018:3).

Leyenda de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe (México)

En este caso, cuenta con todos los ingredientes propios de otras apariciones marianas e incluso tiene similitudes con la leyenda de la Guadalupe de Cáceres. La Virgen se le aparece cuatro veces entre los días 9 y 12 de diciembre de 1531 a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un humilde indígena de origen chichimeca y una vez a su tío Juan Bernardino. El objetivo de su aparición al indígena, como en otros casos, es conseguir que le edifiquen una iglesia en el cerro de Tepeyac, lugar donde se le aparece. Juan Diego, al igual que otros protagonistas de estas leyendas, se encuentra con la incredulidad de los religiosos, en concreto del obispo de México, Juan Zumárraga. Con las últimas apariciones de la Virgen se produce un doble milagro: la curación de Juan Bernardino, a quien se le apareció cuando él estaba moribundo, y la milagrosa estampa de la imagen de la Virgen ante Zumárraga en la tilma de Juan Diego al dejar caer unos pétalos de unas flores que le había mandado recoger la Virgen.

¿Hay un sincretismo religioso en Tonantzin-Guadalupe?

Actualmente está bastante claro que dentro del origen del culto a Nuestra Señora de Guadalupe en México se encuentra un origen sincrético con deidades prehispánicas. Incluso los propios religiosos que habitaban en dicha ciudad denunciaron que el culto a la Virgen de Guadalupe era un acto de idolatría. Los dos casos más conocidos fueron el del franciscano fray Francisco de Bustamante cuando en un sermón en 1556 atacó contra el culto por ser una idolatría y otorgarle poderes milagrosos a la imagen de la Virgen (O’Gorman, 2019:49). Estas palabras que le costaron una denuncia eclesiástica por parte del arzobispo de México y promotor del culto, fray Alonso de Montúfar. Y el caso del también franciscano y conocidísimo Bernardino de Sahagún en 1576, cuando en su obra Historia de las Cosas de Nueva España narra su preocupación por la devoción sincrética que había en Nuestra Señora de Guadalupe y la diosa prehispánica Tonantzin.

Aunque tuvieron sus motivos para creer que era idolatría, y también creo que el culto a la Virgen de Guadalupe triunfó por el sincretismo, también hay otros factores que hay que tener en cuenta.

Tonantzin, Coatlicue y Cihuacóatl: diosas madre o creadoras

Muchos historiadores han aceptado la idea del sincretismo con la diosa Tonantzin únicamente por el fragmento de Historia de Bernardino de Sahagún que he nombrado antes. El franciscano añadía que el lugar que habían escogido los franciscanos (el cerro de Tepeyac) para construir una iglesia a la Madre Dios, anteriormente había sido un espacio de culto donde se realizaban sacrificios a la diosa Tonantzin. Sin embargo, no se han encontrados restos arqueológicos que indiquen que allí se realizó un culto en época prehispánica y tampoco se ha encontrado registro sobre la supuesta Tonantzin.

Esto ha provocado que muchos expertos en las culturas mesoamericanas se planteen que Tonantzin “Nuestra madre” fuese un título para las diferentes diosas creadoras. Una de estas deidades femeninas podría ser Coatlicue, diosa de la fertilidad, de la vida y la muerte y madre del dios Huitzilopochtli. O también Cihuacóatl, una deidad femenina guerrera que en el mito antropogénico molió los huesos que trajo el dios Quetzalcóatl del Mictlán para así crear la humanidad. Esta explicación tiene mucho más sentido, puesto que en Mesoamérica era bastante frecuente que una misma deidad tuviese diferentes advocaciones, nombres y atributos.

A la izquierda, vemos una representación de la diosa Coatlicue y a la derecha, la representación de la diosa Cihuacóatl.
A la izquierda, vemos una representación de la diosa Coatlicue y a la derecha, la representación de la diosa Cihuacóatl.

Por lo tanto, la importancia que tenían las diosas de la fertilidad en las sociedades mesoamericanas, acompañado del propio mito de nacimiento de Huitzilopochtli en el que Coatlicue se queda embarazada mágicamente, recordando a la Inmaculada concepción de María hizo que los indígenas asimilaran a la Virgen de Guadalupe como una representación más de sus Tonantzin.

Fuentes escritas sobre Nuestra Virgen de Guadalupe

La primera fuente escrita que se publicó sobre la aparición de Nuestra Virgen de Guadalupe fue en 1648, por el teólogo criollo Miguel Sánchez bajo el título acortado de Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe. Un año después, saldría a la luz una obra publicada por el sacerdote criollo Luis Lasso de Vega bajo el título acortado en Hui tlamahuiçoltia… (El gran suceso). Está escrito mayoritariamente en náhuatl y formado por siete partes, entre las que se encuentra el fragmento más conocido, el Nican mopohua (Aquí se narra).

Lasso de Vega proclamó ser el autor del relato con el objetivo de promover el culto entre los indígenas, pero él no fue quien escribió el Nican Mopohua. Edmundo O’Gorman (2019) y Miguel León Portilla (2013) demostraron que el verdadero autor de Nican mopohua fue el indígena Antonio Valeriano y que probablemente lo escribió en 1556. Este descubrimiento se realizó gracias al análisis de una copia parcial del manuscrito Nican Mopohua que se encuentra en la Biblioteca Pública de New York. Además, por haber realizado un estudio exhaustivo de la fuentes de la época. Las otras seis partes de Hui tlamahuiçoltia es probable que si fuesen autoría de Lasso porque el estilo narrativo es propio de una mentalidad española.

Antonio Valeriano estudió en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fue aprendiz de Bernardino de Sahagún y hasta alcanzó el cargo de gobernador de Tenochtitlán. Por su formación europea y su pasado indígena pudo recopilar en el Nican mopohua las tradiciones de ambos mundos. El objetivo de Valeriano al redactar el relato de la aparición era sacralizar el suceso y aportarle un relato histórico, aunque es más similar a una fábula o a una leyenda (O’Gorman, 2019:56).

El relato tradicional reúne todos los tópicos propios de las leyendas católicas, pero también aparecen vestigios del antiguo pensamiento y expresiones de los nahuas (Portilla, 2013:11). A nivel estilístico, se utilizan metáforas, palabras yuxtapuestas y una gran cantidad de diminutivos, como se utilizaba en el náhuatl clásico. En el caso de los conceptos utilizados de origen prehispánico aparece el merecimiento que se plantea tener o no el protagonista al ver a la Virgen porque es un hombre pobre. También reflexiona sobre la muerte de las personas y como ellas están a la espera de llegar a la tierra de los muertos (Portilla, 2013:53).


Fuentes pictóricas sobre Nuestra Virgen de Guadalupe

En cuanto a la imagen que hoy en día se venera en la Basílica de Santa María de Guadalupe (Ciudad de México), se supone que es fruto del milagro de la Virgen. Se han intentado hacer varios estudios sobre la imagen, pero los investigadores no se han puesto de acuerdo en cuanto a los resultados obtenidos. En parte por no dejar a un lado sus propias creencias y hacer un estudio exhaustivo y científico. Aún así, se desconoce el autor.

Desde 1888 se le ha dado la autoría de la pieza al indígena Marcos Cipac de Aquino por declaraciones de diferentes personajes del siglo XVI. Francisco de Bustamante en 1556 asoció la creación del lienzo de la Guadalupe a un indígena llamado Marcos (sin apellido). Por otro lado, Bernal Díaz de Castillo y Juan Bautista de Pomar resaltan la obra de un artista indígena llamado Marcos de Aquino y Marcos Cipac, respectivamente. Aun así, podemos afirmar que, por la calidad de la pintura, es probable el indígena que la hizo estudiase en la Escuela de Artes y Oficios en el convento de San Francisco de la ciudad de México (Wobeser, 2013:170).

¿Nuestra Señora de Guadalupe (México) es una réplica de La Virgen de Guadalupe (Extremadura)?

Ambas advocaciones comparten el mismo nombre y también comparten el motivo de ese nombre. Se les otorgó el nombre de Guadalupe por la ubicación en las que supuestamente aparecieron. El origen del nombre es del árabe andalusí, Wadi al-lub (río de lobos). El gran número de lobos que habitaban en la Península Ibérica y el hecho que se encontrase al lado del río Guadalupe hizo que le pusieran este nombre a la advocación extremeña. En el caso de la mexicana, se debe a que los conquistadores cambiaron el nombre del cerro de Tepeyac por cerro de Guadalupe y en los primeros textos en los que se habla de la aparición se refieren a la ubicación ( ej. la Virgen apareció en el cerro de Guadalupe) y no a la Virgen en sí.

Pese a compartir el mismo nombre, la mexicana no es una réplica de la extremeña. La imagen mexicana representa a la Inmaculada Concepción y tiene muchísimas más similitudes con un grabado flamenco del XIV llamado Virgen en glorie, como podéis ver.

A la izquierda, Virgen en glorie. Un grabado flamenco del siglo XIV. A la derecha, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe estampada milagrosamente (en teoría).
A la izquierda, Virgen en glorie. Un grabado flamenco del siglo XIV. A la derecha, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe estampada milagrosamente (en teoría).

Aún así, hay diferencias entre ambas imágenes y la Guadalupe mexicana aparece con rasgos propios de las mujeres indígenas, con la tez y los ojos más oscuros. Facilitando así que los habitantes de la Nueva España, y sobre todo los indígenas, la identifiquen como una santa propia del país. En cambio, la Guadalupe extremeña es una talla de madera de ébano que lleva en sus brazos al niño Jesús (Woebeser, 2013:167).

Talla de madera de la Virgen de Guadalupe de Extremadura.
Talla de madera de la Virgen de Guadalupe de Extremadura.

El triunfo del culto de Nuestra Señora de Guadalupe y su papel sociocultural

Las imágenes devocionales siempre han ido acompañadas de una leyenda que les da un valor y un papel sociocultural enorme. Nuestra Señora de Guadalupe también es uno de esos casos. La leyenda que se creó fue una forma de facilitar la evangelización de los indígenas y de unir a las diferentes castas novohispanas bajo el mismo manto religioso. Además, los teólogos y eclesiásticos criollos promovieron su aparición como algo propio de América, sacralizando México con su aparición. Incluso desde el inicio, el culto guadalupano supuso un alejamiento de la metrópoli española.

En 1737 fue proclamada como la patrona de Nueva España y fue con el primer levantamiento independentista por el cura Miguel Hidalgo en 1810 donde la Virgen de Guadalupe se convirtió en el estandarte de los insurgentes. Al lograr la independencia de España, Nuestra Señora de Guadalupe cerró el circulo de patriotismo y sigue siendo uno de los puntos de unión hoy en día entre los mexicanos (Rouquié, 2017:32).

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Bibliografía

Juárez Martínez, A. (2020). La Tonantzin-Guadalupe, en el imaginario iberoamericano. XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana (2018), XXIII-123.


Mayer, A. (2002). El culto de Guadalupe y el proyecto tridentino en la Nueva España. Estudios de Historia Novohispana, 26, 17-49.


O’Gorman, E. (2019). Destierro de sombras. Luz en el origen de la imagen y culto de
Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac
(2ª ed.) [Libro digitalizado]. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Históricas.

Portilla, M. L.(2013). Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el
«Nican mopohua»
(1.a ed.) [Libro electrónico]. Fondo de Cultura Económica.

Rouquié, A. (2017). México: Un Estado norteamericano (1.a ed.). Gedisa Mexicana.

Von Wobeser, G.(2013). Mitos y realidades sobre el origen del culto a la Virgen de Guadalupe. Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras: Minervae Baeticae., 41,
153-180.

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